Comentario Lunes 28 de Junio de 2010
Nos encontramos la mayoría de los habitantes de este país entusiasmados, enfocados y ocupados con el Mundial de fútbol y con el andar de la Selección Nacional, que afortunadamente pasó a México y se encuentra en cuartos de final.
Pensar que esto pueda ser utilizado políticamente es malo.
¿Por qué?
Porque el triunfo no tiene derecho de autor.
¿O quién se puede adjudicar ser el dueño de la alegría de la gente?
Especular que un triunfo futbolístico del equipo que dirige Diego Armando Maradona pueda ser capitalizado por la Presidenta de la Nación y su marido, el ex Presidente, es una auténtica locura.
Porque me niego a equipararlo con lo que han hecho gobiernos atroces, como el que montó una monumental campaña en 1978, mientras eran asesinados o desaparecidos miles de argentinos.
Me opongo a pensar que alguien se adueñe de un triunfo deportivo.
Importantísimo, unificador de voluntades y gestor de una gran alegría popular. Pero ajeno a cualquier deseo de los funcionarios o de los políticos opositores, que se preocupan por aparecer “ondeando” una bandera argentina, como si eso fuera garantía de “argentinidad” o generador de votos en la futura elección.
La lección debe ser la prudencia, como lo debió ser también durante los festejos del Bicentenario, hechos de los que, sin duda, se apropiará el pueblo argentino, sin prestar atención a los deseos hegemónicos de los que miran todo con el rabillo de la ambición.