La “Oposición” se encaminaba a principios de la semana anterior a asestarle un duro golpe al kirchnerismo: rechazar el pliego de Mercedes Marcó del Pont para el Banco Central y anular el DNU que pretendía pagar con reservas las deudas del país. Después, vendrían los cambios a la Coparticipación del Impuesto al Cheque, las modificaciones en el Consejo de la Magistratura, el INDEC, etc., etc.
Pero la solidez de los opositores para unirse y llevar adelante acciones conjuntas demostró ser una falacia. Y el Oficialismo una vez más, se burló de los deseos de algunos dirigentes que parecieron amateurs en lugar de avezados políticos.
¿Cómo pretenden actuar de ese modo y al mismo tiempo, estar apurando las definiciones de candidaturas presidenciales, que deben necesariamente esperar hasta 2011?
Las vanidades, peleas mezquinas y sin sentido, los supuestos alineamientos y los 37 votos que garantizaban dar vuelta la historia en el Senado, demuestran que la “oposición” no tiene ningún plan ni la más mínima organización. Y desnuda la pobreza que ofrecen la mayoría de sus dirigentes, para ser confiables de ser votados y conducir nada menos que un país.
Ni que hablar de algunos disidentes justicialistas, como Carlos Reutemann, que es un “militante de la duda” o el declarante del Default –Adolfo Rodríguez Saá- que garantizaba el voto de la Senadora Roxana Latorre. Voto que salió eyectado junto con la Senadora rionegrina Bongiorno, en una historia que sería apasionante recrear, para comprender las verdaderas razones de ambos éxodos.
La profundidad de la actual crisis política requiere de la madurez de Oficialismo y Oposición: ambos continúan en deuda, ante una ciudadanía que asiste perpleja ante este paisaje de inmodestias, miserias y chiquitaje.