Finalmente, en el Senado de la Nación no se pudieron definir las autoridades y los integrantes de cada una de sus comisiones.
Sí se eligió previamente a las autoridades de la Cámara, que en un gesto que habla bien de la salud de la Oposición, no resolvió quitarle el lugar a José Pampuro en la Presidencia Provisional del Senado. De este modo, no igualó el tristísimo hecho político del 2001 cuando Ramón Puerta fue ungido en ese lugar y significó un traspié más del lamentable final de la Presidencia de Fernando de la Rúa.
Pero esta vez, una vez más, Menem lo hizo.
Y es justo reconocer, junto a Néstor Kirchner.
En su discurso de vuelta al ruedo, el marido de la Presidenta volvió a hablar de los malditos años 90: la paradoja fue que Miguel Ángel Pichetto –otrora operador fundamental del Menemismo en la Cámara Alta- era el artífice de la salida en bandada de los Senadores oficialistas, que dejaron sin quórum la sesión del miércoles.
Cristina Fernández de Kirchner tiene por delante un largo tiempo de mandato: así lo definió el voto popular.
Pero no será saludable para la vida en democracia que deje de lado la lectura que merecen otros comicios –los del pasado 28 de Junio- donde se pidió diálogo, moderación y apertura política.
Paralizar el Parlamento sería una penosa manera de pretender llevar adelante los dos años de mandato que restan.
Y mucho menos valerse para ello, de aliados circunstanciales que han sido dejados de lado y rechazados por la inmensa mayoría de los argentinos.
Pretendemos una clase política más madura: seguimos en mora con ese deseo.