viernes, 16 de octubre de 2009

LAS COSAS COMO SON Nº 105

Las declaraciones post-partido Argentina-Uruguay de Diego Armando Maradona han resultado lamentables.

La transformación de Maradona en un ídolo inimputable es una responsabilidad compartida entre muchos.

El actual técnico de la Selección se olvida –cuando habla de sus renovados enemigos, los periodistas- que muchos de ellos han contribuido y contribuyen al “vale todo” del que goza el ex número 10 argentino.

Si no, sería extrañísimo que cuando injuria en una conferencia de prensa a un periodista, nadie diga nada; es más, hasta se ha escuchado alguna risa de acompañamiento a ese agravio.

Maradona sí se ha acostumbrado a tener siempre a su alrededor, un coro de aduladores, que van pasando de moda con el tiempo. Y entre los que hay, lamentablemente, unos cuantos colegas.

Hay necesidad y también hay tiempo para la cordura.

Esto se soluciona reflexionando y pidiendo disculpas. Con eso, podría allcanzar y volver a foja cero.

Pero fue iluso pensar en que la soberbia diera paso a la sensatez; en lugar de disculpas, aparecieron las ratificaciones de las groserías.

Porque no hablamos de un mero hecho futbolero: estos dichos y las opiniones y debates que generó, demuestra qué poco cuerdos resultamos a veces los argentinos, cuando la pasión nos ocupa.

Esperamos las disculpas necesarias y saludables de los responsables del fútbol argentino, que son al fin y al cabo, los empleadores de Maradona.

Para poder pensar en ir a un Mundial, con la alegría que este hecho deportivo merece.

Pablo de León