¿Cuán lejos está la dirigencia argentina de la realidad? ¿Qué calles recorren cada mañana o cada noche al regresar a sus casas?
Cuando me refiero a la dirigencia, no me remito sólo a la política, sino también a quienes conducen o encabezan los sectores empresariales, culturales, educativos o deportivos.
La crisis financiera internacional fue tildada por la propia Presidenta de la Nación -cuando explotó en los países del Norte- como “Efecto Jazz” y vista como un mal ajeno y lejano a nosotros.
Es el mismo reflejo de la mayoría de nuestra clase dirigente respecto de los principales problemas:
- la inseguridad y sus hechos concretos, absolutamente lejanos de cualquier sensación.
- la aparición de enfermedades que algunos imaginaban erradicadas; o tal vez, remitidas a lugares donde sólo transcurre la vida de los más pobres.
Hoy, el Dengue y la Inseguridad aparecen del modo más crudo.
Sin hacer distinción de sector social, el mosquito es temido y combatido en los barrios más pudientes del país y los robos y los asesinatos, son más difíciles de evitar donde viven los menos favorecidos económicamente. Claro que eso muchas veces no es reflejado por los medios de comunicación.
Las responsabilidades están repartidas y no hay una única causa, evidentemente.
Pero la lejanía, la falta de compromiso y la negación de los principales problemas, hacen que las respuestas adecuadas se hagan esperar. O directamente, no lleguen.
La invención de este mecanismo mal denominado “candidaturas testimoniales” nos permite ver que la mayoría de la dirigencia argentina está ajena a la realidad.
Preocupada por las cosas menos importantes. Y ausente de los lugares donde hace falta que la política actúe.
Para cambiar la vida de una sociedad y no la suerte de unos pocos.
Pablo de León