Hace aproximadamente 8 años surgió en la Argentina el primer proyecto de ley que quería instaurar el voto electrónico. Desde entonces, el proyecto está archivado en algún lugar del Congreso y ni siquiera ha sido tratado en comisión. ¿Convendría debatir esta posibilidad como un paso más hacia una mejor democracia?
Según sus impulsores, el voto electrónico es un método eficiente, con mayor rapidez y que da mayor transparencia a las elecciones, porque:
- Cambia el desorden en que se ven las boletas desparramadas sobre la mesa del cuarto oscuro por la ordenada visión de las opciones en la pantalla.
- Disminuye la posibilidad de un voto mal hecho por distracción o confusión al mostrar la opción de reconfirmar antes de la emisión.
- El escrutinio sería más rápido.
- Significa un importante ahorro de costos, ya que no habrá que imprimir boletas y el número de fiscales necesarios para controlar los sistemas electrónicos sería menor, lo que facilitaría la participación de partidos con menores recursos, que suelen ser los partidos chicos.
Ahora, lo cierto es que estamos hablando de una urna electrónica y como cualquier aparato tecnológico puede fallar. Con lo cual, sería conveniente decir que podría disminuir los márgenes de error pero no eliminarlos. Dicho esto, el voto electrónico es un método que presenta ventajas y desventajas. Puede significar una posibilidad para mejorar nuestra democracia en un futuro, pero es sólo un instrumento más dentro del concepto de reforma política. De debatirse deberá ser con responsabilidad y sin presentarlo como una solución mágica y total, porque éstas no existen. Veámoslo como un paso más hacia un buen sistema electoral, pero debería ir acompañado de otras reformas y modernizaciones.
Cecilia Crea