Cada comienzo de año vuelve la misma discusión: paran o no paran los docentes.
Con cada inicio de ciclo lectivo asistimos al mismo escenario, triste y desolador.Y cuando el tema reaparece, manifestamos una opinión, que sin duda resulta polémica y discutible: tanto en el rubro Salud como en Educación, no es posible resolver los conflictos con paros.
Los perjudicados de este modo son los más vulnerables de nuestra sociedad: los niños y los más pobres.Pero estamos en un país donde la Educación parece no resultar una prioridad.Ponemos energía en discutir elocuentemente sobre los asuntos de la coyuntura, sin comprender a veces la gravedad de algunos temas, fundamentales para un país si pretende tener una vida mejor.Imaginar un escenario de aulas vacías es desolador y nos aleja de cualquier salida sensata.
Pensar que un salario básico docente sea de 440 pesos –como lo es en la provincia de Río Negro- es saber que la dignidad no es una palabra al alcance de la mano de muchas familias.
Educación es la acción de desarrollar las facultades físicas, intelectuales y morales. Es una de las prioridades de un gobernante, que lo obligan a ocuparse de eso trabajando y preocupándose por ello.Pero sabemos que eso en general, aleja a los políticos de los atriles y las cámaras de televisión.Pensar en la escuela y su rol demanda mucho más tiempo y espacio que las habituales discusiones y tironeos de cada mes de febrero en la Argentina.Otra deuda interna que sería interesante que nos preocupáramos en saldar.