Comentario lunes 25 de octubre de 2010
Argentina cumplirá en pocos días 27 años del retorno a la democracia. De su retorno definitivo a este modo de vida.
Y en estas casi tres décadas continuamos asistiendo a la notable vigencia de sectores anquilosados, demorados en su cambio, imprescindible en este tiempo.
Las policías, fundamentalmente la Federal, son fuerzas lejanas a la penetración del cambio en virtud de su modernización y su transparencia: zonas liberadas y sospechosa complicidad con los delitos más importantes y más rentables.
Por otra parte, los sindicatos más poderosos, no han variado demasiado a esa burocracia sindical cómplice de la dictadura que fue derrotada en el mismo año 1983 a través de la victoria de Raúl Alfonsín.
Nada parece haber cambiado: por el contrario, muchos de los caciques gremiales permanecieron por la mayoría de esos años, conduciendo sus organizaciones, también de modo ajeno a lo cristalino y democrático.
El ejemplo más crudo lo vivimos con todo lo previo y lo posterior al asesinato de Mariano Ferreyra: popes sindicales que se intentan despegar entre sí, mientras muchos de ellos se hicieron millonarios, a costa de Gobiernos temerosos de su poder y de sacarle la plata a sus propios afiliados.
Y la cara más terrible: la falsificación de medicamentos, que iban a parar a los propios integrantes de cada gremio.
Lo dijo Hugo Moyano en el estadio de River: queremos dejar de ser un elemento de presión para ser uno de poder.
El poder le teme y se muestra sumiso ante su accionar.
¿Habrá justicia en el caso de Mariano Ferreyra?
¿Cambiará la suerte de los sindicalistas poderosos e impunes?
¿O seguiremos viviendo en una tierra árida para la transparencia?
La esperanza en la Justicia no la podemos perder.
Ojalá no debamos revisar en un tiempo este comentario y debamos lamentar, una vez más, nuestra esperanzada ingenuidad.