viernes, 24 de julio de 2009

LAS COSAS COMO SON Nº 95

Finalmente, la ruptura en la Confederación General del Trabajo no fue tal.

Hugo Moyano “bajó un cambio” –como esperaban los llamados “Gordos”- y no se consumó la discordia en la CGT.

Mientras los canales de televisión y las radios estuvimos excesivamente pendientes de las dos reuniones y de la definición del breve conflicto, lo que queda demostrado –y no por una cuestión exclusivamente estética- es que los “Gordos” son todos.

Miremos la realidad del país: según números del sociólogo Artemio López, de la consultora EQUIS, la población bajo la línea de Pobreza es del 36,1% (con ingresos menores a $500 por hogar y por mes para cuatro personas). Y los que están bajo la línea de Indigencia representan un 8,3% (con menos de $240 por hogar y por mes para cuatro personas).

En ese marco: ¿cuál es la legitimidad de la disputa entre estos dos sectores?

¿Qué cambia si estos dos grupos se pelean o siguen sentados –por conveniencia o supervivencia- en la misma mesa?

Absolutamente nada, si nos dedicamos a lo importante. Por eso decimos que “los Gordos son todos”.

Porque la disputa pasa por el reparto de la torta y por la cercanía del calor del poder. Poder que se preocupó por mantener la “unidad” de esta central obrera, pero que debe prestar mayor atención en resolver los problemas cotidianos de los que menos tienen.

Y en lograr que sea creíble una convocatoria al Diálogo, que cada vez parece más una trampa política para estirar los tiempos y simular un mea culpa.

Pablo de León