viernes, 5 de junio de 2009

LAS COSAS COMO SON Nº 88

Néstor Carlos Kirchner asumió su gobierno habiendo obtenido un 22 por ciento de los votos en la primera ronda electoral. No hubo necesidad de segunda vuelta, pues Carlos Saúl Menem desistió de una derrota absoluta y humillante.

Kirchner llegó al gobierno con un bajo porcentaje electoral, con un clima político complejo y con los coros del “que se vayan todos” aún resonando.

Es innegable que su gestión logró reconciliar a la sociedad con la normalidad política e institucional, situación absolutamente necesaria para una convivencia en el marco de la democracia.

Parte de esa democracia es que cada dos años se elijan representantes y que esa sea una excelente oportunidad para el debate de ideas y la necesidad de corregir rumbos si así lo determina la voluntad popular.

Estas posibilidades hoy no asoman alcanzables viendo la marcha de la presente campaña electoral.

La discusión sobre candidaturas testimoniales o eventuales dirimida de modo desprolijo por la Justicia, socios que no parecen estar precisamente unidos, escraches absolutamente alejados de una legítima protesta y la utilización de palabras como “pelotudo” para definir a un ex – Presidente, no están en el imperioso nivel que debería tener este debate.

Si es que podemos hablar de debate.

El cambio de tono de voz del candidato Néstor Kirchner no es en absoluto el cambio hacia una modalidad tolerante; por el contrario, sólo es una idea para ver si las clases medias no se espantan de sus dichos y de los actos de gobierno de su esposa, la Primera Mandataria.

La aparición de candidatos truchos con apellidos similares a otros postulantes más la sorpresiva candidatura del preso por violaciones a los derechos humanos, Luis Patti, parecen parte de una campaña sucia destinada a embarrar la cancha de la oposición.

Oficialistas y opositores tienen una responsabilidad fundamental en este tramo que queda hasta la elección: mejorar el nivel de discusión y saber de la importancia que tiene que la sociedad participe con ganas y no saturada de esta nueva convocatoria a votar.

La responsabilidad es mucha: es hora de asumirla.


Pablo de León