Fue hermoso mientras duró.
No estamos hablando de una historia de amor pero sí de una gestión que sucedió y que en breve, ya no será más.
Graciela Ocaña dejará de ser la Ministra de Salud del Gobierno nacional después de las elecciones legislativas del 28 de junio.
Ella declaró días pasados a un canal de televisión que su sillón es apetecido por la gente de la Confederación General del Trabajo.
“Escuché que gente que está con Moyano quiere mi ministerio”. Y agregó, con absoluta sensatez: “No corresponde ni a Moyano ni a ningún otro poner o sacar ministros, esa es una decisión de la Presidenta”.
La gestión de quien previamente pasó por el PAMI saliendo del mismo con las manos limpias, ha sido una administración honesta y esforzada. Algo que debería ser la norma y no la excepción.
El problema del dengue o la vulnerabilidad del país ante un problema como la influenza o gripe porcina, son problemas arrastrados por la falta de política sanitaria.
La salida de Ocaña atada a los tironeos, internas y acuerdos de poder demuestran que la Salud no es prioridad en absoluto y que el dengue preocupa por si tiene implicancias electorales y no por la suerte de miles de argentinos.
Si no, hubiera sido absurdo que el Gobernador del Chaco y su mujer, estuvieran de festejo por los 15 años de su hija en los costosísimos salones del Hipódromo de Palermo, cuando sus comprovincianos comenzaban a ser las víctimas preferidas del maldito dengue.
La salida de Graciela Ocaña de su Ministerio no pudo ser de modo elegante, ya que el brote de esta enfermedad le impidió estar en la lista de diputados nacionales bonaerenses: en este caso, no hubiera sido testimonial, sino una candidatura urgente, para abandonar así su actual sillón.
Las presiones de Moyano y D´Elía no son sólo un elemento que irrite a la “sensible clase media”, sino una metodología de apriete primitiva que debe ser ajena a la democracia.
Las suertes de los Diputados, Senadores, Intendentes y también Ministros fueron decididas entre pocos, de acuerdo a intereses bien lejanos de las cuitas que diariamente se padecen en nuestro país.
Y que los deseados fondos que se distribuyen desde el Ministerio de Salud sean parte de estas disputas, nos alarman y preocupan mucho más.
Una verdadera lástima: fue hermoso mientras duró.