La gripe porcina registra –en el momento en que este programa está al aire- 3.500 casos en distintos países.
Mientras tanto, en nuestro país se conoció un primer caso, a la vez que especialistas recomiendan no entrar en pánico y aseguran que no hay circulación del virus en la Argentina.
Luis Moreiro, enviado especial del diario La Nación a México, señaló que fue intensamente controlado antes de su partida, también revisado en la escala que realizó su vuelo en Santiago de Chile pero al llegar a Ezeiza, los controles brillaron por su ausencia y lo único que se demostraba distinto, era una empleada con barbijo, delantal y guantes.
La aparición cruda y contundente del Dengue demostró la fragilidad de nuestros controles sanitarios y recién hoy llega la renuncia de la esposa del gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, quien estaba a cargo del Ministerio de Salud de esa provincia.
Estar a cargo, es sólo una forma de decir.
Claro que el motivo de la renuncia o la elegancia de la salida, pareciera tener un destino de postulación electoral el próximo 28 de junio.
La salud de los argentinos no aparece, en estos tiempos de campaña electoral, como un tema de preocupación. La fragilidad que se comprueba ante estos hechos, habla de falta de una política de Estado. Que supera a un mandato en concreto sino que atañe a toda la dirigencia política, de los diferentes sectores que han gobernado o pretenden gobernar, ciudades, provincias o el país.
El estado de la Salud en Argentina necesita que se tome este asunto como una cuestión de Estado, superando las habituales mezquindades y rencillas políticas. Y que los fondos necesarios para desarrollar políticas lleguen a destino, desde Ushuaia a La Quiaca, sin importar quién gobierne en cada lugar.
De ese modo, seremos el país serio que parece encontrarse nada más que en los discursos y las arengas pero no, en el resultado de nuestro acontecer cotidiano.
Pablo de León