La última tormenta que sufrió la Ciudad de Buenos Aires es un desgraciado hecho natural.
Pero el récord de agüa caída para un mes de octubre no es excusa para deslindar responsabilidades en la solución de los problemas de quienes padecieron la inundación.
El rol de los funcionarios es el de gestionar. Y prever situaciones.
Si el Gobierno porteño considera que la administración de Cristina no le habilita la posibilidad de solucionar el tema del arroyo Vega, pues debe agotar instancias, denunciarlo públicamente y no rendirse ante todas las opciones negociadoras posibles.
Porque está en juego la realidad de cientos de porteños.
Queda a esta altura más que claro que al Gobierno nacional este distrito no le interesa, pues electoralmente le es esquivo.
Por eso, los dirigentes deben ser imaginativos y expeditivos para atacar el fondo de la cuestión.
Porque la lluvia causa malhumores, gastos y tristezas que los gobernantes deben atender.
Pablo de León
@pablodeleon1