1.- ESTÁS RESFRIADO, O SOS ALÉRGICO AL TERCIOPELO.
No importa cuánto tosas y/o te suenes la nariz antes de entrar, el aire acondicionado y la vida misma van a hacer que el estornudo te sorprenda en el medio de la escena más dramática, más importante, y en la que hay que guardar más silencio.
2.- LA PUNTUALIDAD NO ES LO TUYO
Llegás a la boletería cuando faltan 3 minutos para que empiece la función y hay 20 personas delante tuyo. ¿A vos te parece? Al cine se llega temprano para tener tiempo de comprar pochoclo, ir al baño y estar sentadito en la butaca cuando suene la musiquita de 20th Century Fox.
3.- IR SÓLO AL CINE 2 DÍAS DESPUÉS DE HABER CORTADO CON TU NOVIO (O NOVIA).
Nadie va a tener ganas de matarte en la medida de que controles el volúmen del llanto y las sonadas de nariz. Si vas a ver una comedia romántica, te adelanto que los protagonistas terminan juntos, con hijos en camino , una casa y un golden retriever.
4.- HACES RUIDO AL MASTICAR.
Esto es un llamado de atención para los que le hicieron caso a la abuela con eso de masticar 35 veces cada bocado. A boca abierta o cerrada, hay gente que hace ruido al masticar, y vos podés ser uno de ellos. Hacete ver.
5.- SOS LENTO PARA LEER
Sí, es verdad. A veces los subtítulos van demasiado rápido y son chiquitos y difíciles de leer. Mala suerte, macho. Cuando no entendés lo que pasa, esperá un rato: quizás la escena que te perdiste no era tan importante. Queda terminantemente prohibido preguntar qué pasó en medio de la película.