Dos sucesos políticos ha producido esta semana la Presidenta de la Nación: los cambios de gabinete y el llamado al diálogo.
Podríamos decir en realidad, Nuevo gabinete versus Diálogo.
¿Por qué?
Los cambios producidos en su elenco ministerial demuestran que no hay una lectura del mensaje de la sociedad sino por el contrario, un encierro en su propia tropa fiel, sin importar qué se eligió o repudió el 28 de junio.
Aquí el acto de miopía no es vinculado a las críticas de la dirigencia política opositora, pues el Gobierno no gobierna para pensar en ellos y sus señalamientos, sino para los ciudadanos argentinos que, en su mayoría, marcaron errores y reclamaron cambios.
La presencia caprichosa y empecinada de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio no lleva a la gestión de Cristina Fernández de Kirchner a otra cosa que a acercarla a los peores rasgos de este gobierno, en vez de aproximarla a la inteligencia política y a los reflejos necesarios de los gobernantes.
Por el contrario, el llamado al diálogo realizado en Tucumán, vislumbra un cambio de actitud que, de ser concreto y plasmarse en la realidad, permitirá que el tiempo que resta de gestión de la actual mandataria circule por caminos más sensatos y adecuados con la crisis nacional e internacional.
¿Qué resulta imprescindible entonces? Que el Gobierno reconstruya Credibilidad.
Por ejemplo, que el INDEC sea parte del diálogo con los demás sectores involucrados sería un gran paso para pensar que en la Argentina, se puedan sentar en una misma mesa, personas y sectores con distinto pensamiento pero parecidas voluntades.
Ojalá no pequemos de ingenuos quienes apostamos por palabras que resultan esperanzadoras.
Está ahora en manos de este Gobierno, tomar acciones contundentes que acerquen a la sociedad a esa pretendida credibilidad y la alejen de la actual desconfianza.
Pablo de León